Su imaginación desbordante le jugaba malas pasadas, cuando hablaba con sus compañeros de instituto no se sabía muy bien donde terminaba la realidad y donde empezaba “su versión de los hechos”. La llamaban la fantástica, por su capacidad para adornar y mentir descaradamente sobre cosas que para todos eran insulsas y anodinas. Marta las adornaba…

Si eso fue todo. Ella amaneció tirada en el suelo del comedor, sin ropa. Cuando despertó, la luz del sol entraba por los ventanales iluminando su cara. No sabía que hacía allí, ni que había ocurrido la noche anterior. Hasta que recordó todo. Estaba algo dolorida y se sentía cansada, sedienta. Miro a su alrrededor…