Dentro del mundo empresarial, los líderes que los gestionan son una de las figuras más relevantes y visibles de la organización. Este artículo tiene el objetivo de que identifiques cuáles son las fortalezas y debilidades que debes tener presentes para conseguir crecer y mejorar en lo personal y profesional. Vamos allá! Empecemos!
En la empresa actual, ya no basta con ser un experto técnico, se requiere ser un líder que inspire, motive y dirija equipos de trabajo hacia la consecución de objetivos, adaptándose a un entorno cambiante y fomentemos la innovación.
Existen las habilidades innatas pero mucha de ellas también pueden ser aprendidas y perfeccionadas con dedicación y autoconocimiento.
Visión de futuro.
Un buen directivo además de gestionar de forma eficaz el presente, diseña el futuro. Con una visión estratégica, esa capacidad de ver más allá del día a día, identificar tendencias, anticipar desafíos y oportunidades y trazar un camino claro hacia el futuro. Esto implica conocer el macroentorno, la industria, la competencia y las habilidades internas de la organización para definir una dirección coherente y ambiciosa.
Un directivo debe ser capaz de decidir y asumir la responsabilidad de esas decisiones. La habilidad para evaluar información compleja, sopesar riesgos y beneficios y tomar resoluciones oportunas y fundamentadas, incluso bajo presión o con información incompleta. Esto incluye la capacidad de discernir cuándo delegar y cuando actuar de forma directa.
Un directivo tiene que analizar situaciones desde múltiples perspectivas, cuestionar suposiciones, identificar las causas de raíz de los problemas y desarrollar soluciones creativas e innovadoras. Esta habilidad nos ayudará para navegar en la incertidumbre y superar obstáculos inesperados.
Comunicación eficaz.
Las relaciones humanas son el motor de cualquier organización, saber comunicarse transmitiendo ideas, objetivos y expectativas de manera concisa, coherente y motivadora. Esto abarca e incluye la comunicación verbal y la escrita. También la escucha activa es crucial.
La inteligencia emocional es fundamental para entender y gestionar tanto las propias emociones como las de los demás. Un directivo con inteligencia emocional puede construir relaciones sólidas, resolver conflictos y mantener la moral del equipo.
No hay que limitarse a asignar tareas sin más, hay que confiar en los miembros del equipo, dar autonomía y proporcionar los recursos necesarios para que cada miembro pueda desarrollar su potencial, haciendo uso de una delegación efectiva y empoderar a los subordinados. Así conseguiremos liberar tiempo y fomentar el crecimiento profesional de los colaboradores.
Debemos también saber afrontar, identificar y resolver desacuerdos de manera constructiva, buscando soluciones que beneficien a todas las partes y se mantenga un ambiente positivo.
Gestión de equipos
Optimizar el rendimiento y el desarrollo de cada miembro del equipo es una tara contínua. Hay que identificar fortalezas y áreas de mejora de los miembros del equipo, proporcionando feedback constructivo.
Fomentar un ambiente de trabajo donde los empleados se sientan valorados, reconocidos y comprometidos con los objetivos de la organización.
Hay que establecer objetivos claros y evaluar el reconocimiento de manera justa y objetiva.
Gestión del cambio
Un directivo tiene que ser como un faro dentro del mar de la incertidumbre. Mantenerse efectivo bajo presión, recuperarse de los contratiempos y gestionar el estrés propio y el del equipo.
Mantenerse abierto a nuevas ideas, ajustar planes cuando sea necesario y ver el cambio como una oportunidad.
Autogestión y desarrollo personal.
Comprender las propias fortalezas, debilidades, valores, creencias y motivaciones, es el punto de partida para cualquier desarrollo personal.
Saber priorizar tareas, evitar la procrastinación y optimizar la propia eficiencia para liberar tiempo y dedicarlo a las responsabilidades estratégicas y el desarrollo personal.
Una buena disposición para el aprendizaje contínuo, seguir aprendiendo, leyendo asistiendo a seminarios para saber adaptarse a tiempo a los continuos cambios del entorno.
Para terminar debemos actuar con integridad y transparencia.

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