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Balance with risk benefit, pros and cons.

Su imaginación desbordante le jugaba malas pasadas, cuando hablaba con sus compañeros de instituto no se sabía muy bien donde terminaba la realidad y donde empezaba “su versión de los hechos”.

La llamaban la fantástica, por su capacidad para adornar y mentir descaradamente sobre cosas que para todos eran insulsas y anodinas. Marta las adornaba con todo lujo de detalles que “recordaba con precisión”.

Las risas de su compañeros la molestaban tanto que dejaba de hablarles por días o por semanas. Cosa que no lamentaban mucho. Ningún chico quería ser su pareja, a pesar de ser una de las más atractivas de todo el instituto. Todos lo decían, pero nadie se atrevía a cargar con semejante femina, todos temían que se inventara cosas y luego quedarán como unos pringaos ante los demás. Amigos muchos, pero todos iguales de superficiales. Nadie quería realmente intimar con ella, le costaba mucho quedar los fines de semana con alguien solía quedarse colgada, así que se pasaba el fin de semana dividido entre sus dos pasiones, la lectura y el deporte. Le gustaba montar en bicicleta, nadar, correr, bailar, hacer pesas… Leía, como no, literatura de fantasía, tenía las estanterías de su habitación abarrotadas de libros.

Su imaginación le venía muy bien en su trabajo como canguro por las tardes cuando iba a buscar a los niños al cole y los llevaba a casa, se quedaba con ellos hasta que llegaba su madre, que a veces la reñia pues los niños preferían sus historias inventadas a ver la televisión o jugar videojuegos. Se quedaban embesalados escuchando sus fantásticas historias de monstruos, princesas que tenían que ser rescatadas y héroes. A veces se pasaba un poco cuando estaba muy inspirada y les hablaba de dragones y de naves espaciales y de besos de protagonistas que al final acaban juntos. No controlaba, cuando se ponia a inventar la historia tomaba el control y se dejaba llevar. A menudo solía “volver a la realidad” cuando la historia llegaba a su fin y se daba cuenta de que tan sólo era otra de sus historias inventadas.

La madre de los niños llegó incluso a amenazarla con el despido, pero los niños la adoraban y se negaron en rotundo a que nadie más los cuidará. Esta vez ganó, pero se sabía en la cuerda floja.

Siempre fue independiente y espabilada, y muy estudiosa, algo con los que sus padres estaban encantados pero todo eran caras largas en cuanto empezaba a la hora de la cena a explicar que tal el dia en el instituto y en el trabajo. Sus padres ya no sabían qué argumentos usar para “hacerla entrar en razón” de que esa imaginación desbordante no era lo mejor para una chica que quiera estar integrada y socializar. Cuando empezaba el discurso de siempre ella escuchaba pensando en otras cosas, hasta que podía irse a su habitación y dedicarse a sus cosas.

Le gustaba mucho la soledad, otra de las cosas que los padres no digieran bien. Y por la que estaban muy preocupados. Entre ellos tenían planeado a escondidas llevarla a un psicólogo, pero fueron a uno y cuando le comentaron la situación, les dijo que eso no tenía tratamiento ni terapia ni medicación, tal y como ellos pedían, que eso se le pasaría con los años, cuando madure. Y se fueron doblemente enfadados de la consulta. Que psicólogo más malo, dijeron al unísono al abandonar la consulta. Los dos eran funcionarios de carrera y temían que futuro le podía esperar a “su niña” con tal imaginación. El psicólogo les recomendó que intentarán canalizar esa imaginación no eliminarla como si fuera la peste. Y esa idea al final cuajo. Cómo podían ayudarla ? Un día encontraron un cartel en los tablones de anuncios de la biblioteca que anunciaba un taller literario de escritura creativa para autores noveles. Y se lo propusieron, al principio Marta dijo que ni hablar que no pensaba dejar su trabajo para ir a unas clases de escritura. Pero tanto insistieron que ella al final cedió y llegó a un acuerdo con ellos. Por no escucharlos más la cantinela de siempre, empezaría en verano, cuando los niños estaban en el casal y la madre hacía jornada intensiva. Un buen acuerdo pensaron los padres, pero no se dieron cuenta de que su hija era muy inteligente y de que les había dado la vuelta a su manera. 

Ella cumplió y empezó a ir a clases, pero empezó a escribir en wattpad y tuvo mucho éxito.

A sus dieciséis años, le ofreció una editorial publicar con ellos y le prometieron un suculento adelanto. Que iba a hacer con tanto dinero? Sus padres al principio se opusieron, pero  ella hábil les manipuló dándoles la vuelta a los argumentos que habían empleado la noche de la negociación, aquella cena, en la que le plantearon el taller literario. Y se vierón que o faltaban a su palabra o cedían. Así se salió con la suya y se encerró noche tras noche hasta muy tarde a escribir su novela. Los padres lejos de tranquilizarse se preocuparon aún más. Pues veían que “su niña” era cada vez más independiente, segura de sí misma y dejó de mezclar a todas horas realidad y ficción. El cambio les pilló tan de sorpresa que no supieron valorar las consecuencias. Se sentian aliviados por que su hija dejará de ser “la fantástica” pero la nueva Marta les preocupaba aún más. Se había vuelto aún más solitaria, leía y leía sin parar, escribía por las noches hasta tarde y lejos de malgastar el dinero que le dieron en la editorial, lo invirtió en acciones de una compañia. Lo cuál les sorprendió aún más si cabe, pero que sabe esta niña de economía ? Si es una chiquilla comentaban a hurtadillas cuando ella no les oía. Marta descubrió un nuevo mundo, un mundo donde su imaginación no era un problema, sino una gran ventaja.

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